viernes, 13 de agosto de 2010
ellos me enseñaron la libertad
Una vida que no pidió nacer, crecer influenciado por un territorio no tan sano ó vivir bajo el castigo oscuro del rechazo puede llevar a alguien a tomar una mala decisión o muchas malas decisiones, tan solo un segundo que sin darse cuenta le cambia la vida por no saber cómo reaccionar, tal vez y ya de tantas veces que lo ha hecho se convirtió en todo un profesional del delito, un día lo encuentran y le toca pagar el peor precio de todos: perder su libertad.
Fui invitado a dar una charla pero esta vez el lugar no es común, es dentro de una cárcel de máxima seguridad y tengo que hablarles de lo que hago, de lo que me cambió la vida, de lo que para mi es libertad. Entrar allí no es fácil cuántas puertas, cuántas mallas electrificadas, tanta seguridad no puedo dejar de pensar qué pasaría si estuviera entrando para quedarme.
Las cárceles son en la mayoría de los casos lugares donde se llega a aprender peores cosas por las que se entró, donde el que era ladrón se convierte en asesino y al final no produce un cambio positivo en la persona, solo la destruye más.
No puedo creer que estoy viendo una universidad, una casa de estudios dentro de una prisión, en ella hay gente caminando, todo mundo te saluda con un abrazo fraternal y un beso al estilo argentino, todos se te acercan, te quieren conocer, son personas tan amables pero momento... ¿acaso ellos son los detenidos? en serio que pensé que eran los profesores, llevar la cámara en la mano fue el HIT pues todos querían una foto, no solo por lo bonito que se siente posar sino por tener la oportunidad de llevar un mensaje hacia fuera, todos me solicitaron una copia para poder dársela a su familia.
Ellos están desesperados por contar lo que les pasa, esperan que el tiempo pase rápido y que puedan llegar y decirle a los suyos que la vida puede ser diferente, esta universidad les ha cambiado, entraron siendo criminales y ahora se están reformando para ser un modelo en sus comunidades, un modelo a seguir por difícil de creer. Claro, cualquiera puede juzgarlos y rechazarlos por lo que hicieron pero todos merecemos una oportunidad y ellos la están aprovechando.
Solo tienen una carrera para estudiar por el momento y es Sociología pero parece que eso no es lo importante, hay una gran diferencia entre un recluso que esta todo el día encerrado y uno que mantiene su mente ocupada, alimentándose de conocimiento, pero eso no queda allí muchos de ellos por iniciativa propia están compartiendo a los demás reclusos lo que aprenden, tan solo Valdemar quien lleva ya dos años estudiando le ha enseñado a leer a 200 de sus compañeros que eran analfabetas.
Mi charla es parte de una clase de literatura que llevan los alumnos de segundo año, yo siempre he pensado que el arte es la verdadera solución para el mundo, si tan solo todos sacáramos lo que tenemos dentro y plasmáramos en nuestras obras nuestra visión y nuestros anhelos no existiría más violencia.
Tuve la oportunidad de contarles quien soy y qué hago, les hable de mi país Guatemala y todas las preguntas fueron alrededor de mi origen, veían las fotos y los videos que llevé, me sorprendió que supieran tanto de mi país y que estuvieran tan interesados por saber más. Les conté cómo el arte me había cambiado un poco de lo mal estudiante que fui, de lo mal hijo que fui y de cómo estuve a punto de desviar mi camino.
Cuando voy a dar una charla siempre soy yo el que termino recibiendo de los demás pero esta vez fue más que inesperado el gran regalo con el que me fui, Martín Broide (mi amigo argentino y la persona que me animó a venir a este país) les pidió a los alumnos que miraran mis fotos, me sentí observado pues las fotos tienen mucho de mi, luego, tomaron una hoja, escribieron y allí estaba el regalo:
La vida que fluye en las miradas perdidas,
En miradas fijas, miradas de asombro de inocencia y de alegrías,
Definitivamente miradas de vidas,
Me conformo con un conflicto personal,
Y te idealizo con un rostro indiferente,
No se si tendrás ojos para verme,
Pero quiero reflejarme en tus pupilas.
Tu rostro quizás no tenga boca,
Pero necesito tu aliento para seguir viviendo,
Calmar mi sed con tus lagrimas cada vez que llores por mi,
Y perderme en tu memoria cuando salga de aquí,
No encuentro razón para seguir pensando en tu rostro,
No hay manos, tampoco boca, ni ojos, pero te idealizo mi querida libertad.
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