Hablar una hora y minutos con Iván Castro Peña no es suficiente, al ser difícil dejar de escuchar las muchas experiencias que ha acumulado a sus 32 años, pero no son solo en el tema de la fotografía o el video, sus especialidades, sino también de vida.
Una de sus palabras favoritas es empezar, a lo largo de la plática la utilizó más de 50 veces, y es que cada día de su vida es una nueva etapa donde algo inicia con una carga extraordinaria de positivismo.
“Mi principal cliente soy yo, por lo que siempre me estoy pidiendo cosas”, dice. Iván genera sus propias producciones, ya que todo el tiempo está viajando por Guatemala y América Latina para tomar fotografías y videos. “A mí me buscan por lo que ya hice, que por lo que puedo hacer”, explica. Cree que su vida laboral es relajada, pues le dedica cierta fracción de su semana. Además de las imágenes, hace locución para un documental, una animación, ofrece tutorías, pero trata de que eso se haga lo más rápido posible y sin complicarse. “Soy de los que se bajan del carro y hago la toma, no preparo las cosas”, cuenta.
Un intento de asalto mientras tomaba fotografías le cambió su forma de pensar y actuar, “yo no miro a Guatemala como violenta y no me quiero creer que sea así, hasta me he topado que los policías son buenos”, agrega.
A continuación extractos de lo que conversamos en tanto bebíamos una taza de café en el Centro Histórico.
¿Cómo se inició en todo lo relacionado con la imagen?
Toda mi vida ha estado relacionada con la televisión y el cine. Desde que tengo conciencia. A los 9 años tuve mi primer programa de radio y a los 11 dejé de estudiar para trabajar en esto y desde entonces no he parado.
En parte, por cierta rebeldía, y también por pasión. Recuerdo cuando mi mamá me llevaba al desfile del 15 de septiembre, en vez de ver a las batonistas y músicos, miraba las cámaras de televisión, me iba de shute a las unidades móviles a preguntar todo.
Cuando fui creciendon no ponía atención en las clases, me la pasaba haciendo cotizaciones de equipos de televisión, diseñando estudios o inventando programas. Tuve problemas de atención, hasta que un día le dije a mi mamá que ya no seguiría estudiando, prefería trabajar.
¿Su mamá dijo sí fácilmente?
Creo que ya estaba un poquito harta de que la estuvieran llamando del colegio porque me castigaban.
Cualquiera diría que un niño con falta de atención es un fracasado, pues no quiere aprender, porque su mente va por otro lado. A una profesora no le interesa que tú le hables de programas de televisión o modelos de cámara. Por eso tomé la decisión de perseguir mi sueño y fue interesante.
El primer día de trabajo, que me contrataron de jala cables, no llegó el camarógrafo y me dijeron que yo lo hiciera. Nunca antes había tocado una cámara, pero mi juguete favorito fue una botella de shampú de cinco galones, que si la miras bien la tapadera parece lente, así aprendí.
¿Lo hizo bien la primera vez?
Sí, jamás fui jala cables. Me quedé de camarógrafo, a los 11 años. Poco a poco empecé a escalar, hasta que subí a los escenarios con la cámara para cubrir conciertos de artistas internacionales. Puedo decir que he compartido escenarios con Shakira, Maná, Ricardo Arjona y Miguel Bosé.
A los 18 empecé con la animación 3D y a dar clases en una empresa que si adquiría un equipo —cámara, swicher o videograbadora— yo les enseñaba. Comprendí el potencial que tenía para enseñar y me dediqué a eso.
Tuve la oportunidad de trabajar en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, después di clases en universidades guatemaltecas. Por ejemplo, en la Landívar empecé con ingeniería en sistemas, dando clases de 3D y animación de video, luego pasé a diseño gráfico, diseño industrial, arquitectura, ciencias de la comunicación, mercadotecnia y publicidad. Me mandaron a llamar de la Galileo, la del Itsmo, Francisco Marroquín. En fin, he tenido la oportunidad de estar en casi todas las universidades del país.
Lo curioso es que nunca me pidieron el título, y estamos hablando de universidades que sí lo ponen como requisito, pero como las áreas que yo doy casi nadie las imparte, eso me ha abierto las puertas. Por eso el título siempre ha pasado a segundo plano, porque he hecho cosas que pocas personas hacen.
¿Siempre se ha capacitado por su cuenta?
Toda mi educación ha sido empírica. Cometer todos los errores posibles, hacer, hacer y hacer. No hay nada de malo en ser shute, preguntar, conocer y relacionarse con las personas que saben.
Siempre encontré ángeles, y ahora que soy maestro me doy cuenta de que cuando ves la pasión y el interés que otra persona tiene en lo que haces le dedicas tiempo.
El haber estado en la escuela en Cuba me abrió muchas puertas, me empezaron a llamar de Sudamérica —a Venezuela he ido 18 veces, solo me falta ir a Ecuador— México y Centroamérica.
Hablemos de la fotografía
Empecé hace poco, para ser exacto en noviembre del 2006, a veces me siento como un bebé en pañales sobre este tema. Use la cámara más sencilla que pueda haber, una Kodak easyshare de un pixel. Cuando le mostré mis imágenes a un alumno me dijo que las publicara y me recomendó la página Flickr. Al colocarlas recibí varios comentarios y me lo tomé en serio; entonces ya compré una cámara de lentes intercambiables, no muy cara.
Me di cuenta de que habían ciertos vacíos en Guatemala, ya que la imagen del país estaba en manos de pocos con años en esto. Por ejemplo, el directorio telefónico de ese año tenía una imagen de hacía 30, estábamos desactualizados. Hablé con un amigo para recorrer el país y así documentar y divulgar. Eso me abrió la puerta para muchas cosas, como publicar libros para el Banco Industrial.
La fotografía también ha sido un aprendizaje de prueba y error.
Tomé un curso porque pensé que esto sí era difícil, pero me salí, no lo aguanté. Me enseñaron la apertura de la forma más cuadrada, que es 1.0, 2.0, 4.0, 4.5 y nunca explicaron para qué servía.
Dije que debía volver a lo mío a aprender a prueba y error, y si es posible en el camino enseñar a los demás lo poco que he aprendido. Con este tema también empecé a dar clases en las universidades de Guatemala y en el extranjero.
¿Qué piensa de tomar fotos de la violencia o de las cosas negativas?
Al principio tenía una imagen muy artística y poética de las cosas malas. El primer concurso internacional que gané en Chicago fue con una imagen de una señora pidiendo dinero y su hija la miraba, se llamó “Sin pasado sin futuro”. Pero un día todo cambió, a raíz de un intento de asalto, quizá no tenía que estar allí a esa hora, pero fue algo positivo.
Una revista me pidió tomar fotografías del Palacio Nacional de la Cultura, y pensé que sería bueno que no hubiera gente, por lo que fui a la 1 de la mañana. De pronto sentí el cuchillo y me pedían la cámara. Mi reacción, quizá de los nervios, fue empezar a platicar con él, lo primero que le dije fue: ¿por qué estás trabajando tan noche? y el tipo creo que pensó “no te das cuenta que te estoy asaltando”.
Le interesó la plática y bajó el cuchillo. Me contó que había asesinado y que estuvo en la cárcel. Él se llama Óscar, pero le dicen el Juatiapa. Me dijo que siguiera tomando fotos, y se las enseñara; le parecieron buenas. Lo increíble fue que me acompañó, me ofreció protección, hasta me fue a dejar al carro. Eso me hizo reflexionar, marcó la diferencia, no lo traté con violencia, lo respeté.
Desde entonces tengo mucho cuidado con mi contenido, aprendí que era mejor y daba paz retratar lo bueno de un país, de sus personas, más que lo malo, porque para eso ya hay mucho en los medios de comunicación.
Empecé a enamorarme de mi país, de mi gente, nunca más me volvieron a asaltar, porque mi mentalidad cambió, aprendí a conversar con la gente que está a mi alrededor. Camino con la cámara sin estuche a cualquier hora, la mejor manera de protegerme es saludar, compartir, no tratarlas como extraterrestres sino como iguales, y mira que he estado en lugares muy violentos, pero en todos he ganado amigos. Mi mentalidad pasó de negativa a positiva, y eso quiero demostrar con mi trabajo.
¿Eso cambió también en sus fotografías?
Sí. Ya no me interesa aprovecharme de lo negativo de una persona. Si alguien pide dinero y quiero una foto, mejor le hablo, la invito a un panito, y busco obtener una sonrisa, eso quiero reflejar. Quienes siguen mis fotografías han visto ese positivismo. He creído más en Dios y que Guatemala puede ser diferente.
El país no necesita buenos políticos, ni seguridad social o educación, necesita autoestima. Allí me di cuenta de que el trabajo de fotógrafos, escultores o artistas tiene mucho que ver, en vez de recalcar lo malo debe sobresalir lo bueno. Aunque no hay que mentir, porque el país tiene sus cosas buenas y malas, la mejor forma de enfrentar un problema es dándolo a conocer.
¿La gente accede a que le tome fotos?
Eso también cambió, antes solo usaba telefoto, mis imágenes eran de lejos, que la gente no se diera cuenta. Aprendí que la fotografía hay que vivirla, la foto le quedará a las personas, pero a mí la experiencia.
Al tomar un retrato, que rico es además de robarle una imagen a alguien haber ganado amigos.
Me involucro mucho en conocer, aprender lo que hace la gente, por eso he cortado leña, he torteado, eso me queda a mí. Cuando hay una relación de amistad la gente responde con un sí, en algunos casos la relación ha sido tan buena que se me ha olvidado tomar la foto.
Y usted ¿cómo enseña?
Mis cursos son muy ridículos; tú llegas a mi clase a reírte, a veces me preocupa porque no sé si en realidad aprenden, pero sí sé que se la pasan bien. Es un ambiente bueno y chistoso.
Con la fotografía aprenden que es fácil, no cosa del otro mundo. Detesto a ese profesor que se la lleva de que sabe mucho, mucho más que los alumnos, yo prefiero creer que ambas partes estamos aprendiendo, por eso hago participar a la gente.
Y usted ¿cómo enseña?
Mis cursos son muy ridículos; tú llegas a mi clase a reírte, a veces me preocupa porque no sé si en realidad aprenden, pero sí sé que se la pasan bien. Es un ambiente bueno y chistoso.
Con la fotografía aprenden que es fácil, no cosa del otro mundo. Detesto a ese profesor que se la lleva de que sabe mucho, mucho más que los alumnos, yo prefiero creer que ambas partes estamos aprendiendo, por eso hago participar a la gente.
El año pasado fui a dar clases a Bolivia y le dije a mi familia que regresaría en un mes, al estar allá empezaron a llamarme de varios lugares y países, en total estuve ocho meses y recorrí 50 mil kilómetros.
¿Qué más piensa hacer?
Tengo muchas áreas en las que deseo trabajar, seguir en la fotografía porque tengo la visión de retratar toda Guatemala y Latinoamérica, solo me hace falta Ecuador.
Hacer documentales, escribir libros de eseñanza; ahora hago un manual de fotografía. Alimentar bastante mi blog con tutorías y técnicas. Quiero seguir haciendo lo que estoy haciendo, pero a escalas más grandes. Ir a Europa y a África.
Lo que he descubierto en mi vida es que no hay nada imposible, a veces muchos pensamos que se necesita presupuesto para lograr las cosas, yo creo que lo que se necesita es un “por supuesto”.
Video y fotos todos los días
A los 15 años dirigió su primer anuncio de televisión, para De La Riva Hermanos.
A los 16 hizo una gira por Europa como camarógrafo.
Trabajó en varios canales de televisión de Guatemala y de El Salvador.
Este año fue electo presidente del Club Fotográfico de Guatemala.
Hizo un documental sobre Guatemala, pero no turística, sino de pequeños detalles.
También un documentales para la Patagonia, Argentina. Un programa de televisión.
Ahora hace unas cápsulas llamadas troposferas, un proyecto personal, de uno o dos minutos que retratan cómo es la vida de nuestro mundo.
Ha publicado cuatro libros. Ahora hace uno sobre el convento de Capuchinas.
Ha tenido varias exposiciones personales, además de colectivas en Foto 30, en Galería El Sitio, con el Club Fotográfico, en el Palacio Nacional de la Cultura. Fuera de Guatemala ha presentado muestras en Venezuela, Miami y Argentina.
Aunque ha ganado varios premios, dice que no le interesa participar ya en ellos, cree que es mejor el comentario de una persona.
POR JULIETA SANDOVAL
FOTOS: CARLOS SEBASTIÁN
1 comentario:
Iván, nuevamente desde El Chaltén te agradezco infinitamente por todos los conocimientos que con gusto compartís. Sos un ejemplo de vida y para los aficionados al tema un ejemplo de que con esmero pero por sobre todo, pasión, se puede.
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