Desde muy pequeño mi mamá nos
metió a los Scouts y era genial vestirme con el uniforme y la pañoleta en el
cuello, con esa indumentaria me sentía toda una autoridad andando, a veces
teníamos campamentos y me disfrutaba mucho la parte de la naturaleza, fogata en
la noche y dormir en el suelo, pero lo que odiaba rotundamente eran las
historias de terror que nuestros líderes nos contaban, la peor de todas era la
de ese niño lobato que se había caído en el puente colgante del Parque Muxbal,
luego de escuchar algo así, intentar dormir era una tortura total, ver sombras
y escuchar sonidos en la noche me hacían creer que ese niño estaba cerca de mi
listo para llevarme a su horrible cueva con todo y pañoleta!
Nunca voy a olvidar cuando
por fin conocí ese dichoso puente colgante, era tan viejo, tan alto, me daba
miedo sobre todo con la idea de un niño muerto rondando por allí, mi lado
inseguro y miedoso que en mi infancia reino se hizo muy presente, temblé, lloré
y me resistí a pasar, ya lo había decido yo no pasó por allí, en ese momento se
acercó mi Akela (Frabrizio) y me tuvo que hablar muy serio y muy fuerte para
hacerme entender que el miedo solo sirve si uno está dispuesto a superarlo, que
tenía que caminar y avanzar y que solo así podría saber lo que era estar del
otro lado, hoy años después se que en mi vida he sentido mucho miedo, algunas
veces la ansiedad me ha dejado sin respiración, se que he tenido que pasar por
pruebas muy duras y más ahora que mi profesión implica buscarlas, pero ahora lo
tengo muy claro quiero mil puentes más, seguir viviendo el miedo pero como bien
aprendí tengo que caminar, saber que el miedo es lo que me hace sentir vivo y
me da la dimensión de cuán importante es lo que estoy haciendo en mi, siempre
se llega al otro lado.
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